Poro-Poro la última selva costeña
Expedición . un viaje de exploración científica en el alto zaña. Un grupo de jóvenes científicos peruanos exploró durante un mes la última selva tropical cubierta de neblina y ubicada a más de 2.300 metros de altura en la zona de frontera que une los departamentos de lambayeque y Cajamarca.
(Roberto Ochoa B.) Cuando se trata de jornadas de turismo ecológico en la denominada selva nubosa tropical del Perú, lo primero que viene a la mente son los destinos de los bosques vecinos a Tarapoto, Alto Mayo, Bagua, Chanchamayo o Satipo; todos “al otro lado de la cordillera”, es decir, en la vertiente oriental de los Andes.
Pero imaginar una selva húmeda y frondosa, con palmeras y especies de flora y fauna propias de la selva amazónica, a solo 70 kilómetros de Chiclayo... eso suena a toda una primicia. Más aún si se han logrado conservar a más de 2.500 metros sobre el nivel del mar.
Esto fue comprobado recientemente por el equipo de científicos dirigido por el biólogo Mirbel Epiquién Rivera, quienes durante todo un mes recorrieron los sorprendentes bosques ubicados en las alturas de las cuencas de los ríos Zaña y Chanchay, y que forman una amplia zona de bosques húmedos justo en los límites de Lambayeque y de Cajamarca.
Se trata de una zona que ya había sido investigada por los esposos Koepcke –que marcaron un hito en la historial natural del Perú– a mediados del siglo pasado, y luego por sucesivas expediciones que remarcaron la importancia de su conservación biológica.
Pero esta vez el recorrido abarcó desde las zonas casi desérticas de Lambayeque, hasta los bosques que cubren las cumbres de ambas cuencas. Del paisaje árido los expedicionarios pasaron al de los bosques secos y luego a los pajonales, hasta que se dedicaron a recorrer las enormes áreas cubiertas de selvas tropicales que van desde los 2.300 hasta los 3.500 metros sobre el nivel del mar, donde lograron identificar una gran variedad de aves, anfibios y reptiles; y una flora que sólo se puede ver en la selva amazónica.
“Es como un Jurasik Park –sostiene Mirbel Epiquién– un sitio donde el tiempo se ha detenido y donde pudimos confirmar la riqueza biológica de los bosques y pajonales, así como su importancia como despensa de agua hacia las comunidades de la cuenca baja, incluyendo ciudades grandes como Chiclayo”.
A todo esto, se sumó el registro de por lo menos 20 restos arqueológicos, incluyendo pinturas rupestres y antiquísimos andenes hasta en las zonas de Udima y Luquish, ya en territorio cajamarquino, donde en 1979 Walter Alva y Susana Meneses identificaron impresionantes restos de arquitectura, enormes plazas hundidas y altares de piedra propios del Formativo, es decir, contemporáneos con Chavín.
“Hemos comprobado que la zona tiene una importancia en términos de biodiversidad, de cultura y de servicios ambientales (agua), por lo que su conservación debe ser una prioridad a corto plazo, ya que existen amenazas de deforestación, invasión de tierras y últimamente la minería, que ya lotizó toda la cabecera de las cuencas”, reveló Epiquién.
A todo esto, se sumó el registro de por lo menos 20 restos arqueológicos, incluyendo pinturas rupestres y antiquísimos andenes hasta en las zonas de Udima y Luquish, ya en territorio cajamarquino, donde en 1979 Walter Alva y Susana Meneses identificaron impresionantes restos de arquitectura, enormes plazas hundidas y altares de piedra propios del Formativo, es decir, contemporáneos con Chavín.
“Hemos comprobado que la zona tiene una importancia en términos de biodiversidad, de cultura y de servicios ambientales (agua), por lo que su conservación debe ser una prioridad a corto plazo, ya que existen amenazas de deforestación, invasión de tierras y últimamente la minería, que ya lotizó toda la cabecera de las cuencas”, reveló Epiquién.
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